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En este Blogg trataremos el controversial voto de Jefté con sus debidas implicancias. Es importante que puedas sentirte parte y agregar cualquier inquietud o comentario que pueda parecerte relevante.
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viernes, 24 de septiembre de 2010

¿En que grado alababa o engrandecía a Dios ofrecer a una persona como ofrenda?

No es una simple desobediencia a Dios, sino que con este acto se desvirtuó el objetivo central del santuario, y el real significado de los sacrificios. Como de esta forma el pueblo se fue olvidando del eje central en el que giraban como pueblo de Israel, y así se observan las desvirtuaciones y apostasías en que cayeron en el período de los jueces.
Este hecho protagonizado por Jefté, tiene un grado de similitud con lo ocurrido con Caín. Ya que así como Jefté, Caín también quiso agradar a Dios, pero a su manera, ofreciendo lo que a él le parecía que agradaría a Dios sabiendo que no era lo indicado por Él. No de la forma como lo había establecido Dios.
En contraste se encuentra a Jacob y a Ana, quienes también hicieron un voto al Señor, pero de acuerdo a Su voluntad (Gen 28:20-22; 1 Sam 1:11).

¿“Poseído por el espíritu del Señor”?

El versículo 29 dice que el espíritu de Dios descendió a Jefté. Al ver esto es difícil comprender el porque realizó este voto, siendo que Dios no aprobaba ni aprueba el sacrificio humano. Sin embargo al leer con detenimiento, vemos que es erróneo decir que Dios inspirara a Jefté a realizar dicho voto, porque la frase “el Espíritu de Dios fue con él” se refiere exclusivamente al carisma que recibió para cumplir con su misión de liberar a su pueblo de la opresión amonita. El mismo espíritu recibieron otros personajes Bíblicos (Sansón, Saúl), de los cuales se reprueban algunos de sus actos. Jefté hizo el voto bajo su responsabilidad personal. Dios le castigó por haber procedido precipitadamente y sin reflexión al emitirlo.
La ley mosaica prohibía terminantemente los sacrificios humanos (Deut 12:31), iba en contra de los ritos del santuario. Tergiversaba el significado original del sacrificio de un cordero, no de una persona. Sin embargo, los israelitas, por influencia vecina, lo practicaron (Deut 18:9-10; 1 Re 16:34; 2 Re 23:10). Es cierto que los sacrificios humanos se oponen a los sentimientos naturales y que la ley mosaica los prohibía, pero debemos tener en cuanta que Jefté era un hombre de costumbres rudas, ignorante, aventurero y jefe de una banda de salteadores y malandrines. Por esto es excusable en él la ignorancia de la ley mosaica (Deut 12:31), que prohibía tales sacrificios. Al hacer su voto, Jefté procedió con buena fe. Creía que la inmolación de una víctima humana sería agradable a Dios. A pesar de esto, Jefté se muestra un hombre religioso, que reconoce la supremacía de Dios sobre todos los otros dioses. Una vez hecho el voto, estaba completamente convencido que tendría que cumplirlo. La idea de que una promesa hecha a Dios obligaba a cumplirla sin distinción de circunstancias era muy extendida en la antigüedad. El voto como la bendición y la maldición, una vez pronunciado, existe independientemente de la persona que lo emitió (Núm 32:24; Sal 66: 13-14; Jer 44:17). Todas estas circunstancias disculpan o atenúan considerablemente la falta de Jefté. Aún más, es por su fe en Dios que padre e hija dan un ejemplo único de obediencia a Dios y entrega completa al cumplimiento del deber, sacrificando ella su vida y él el único fruto de sus entrañas. Aunque queda claro que iba en contra de la voluntad e indicación Divina.

El controversial voto de Jefté y su difícil cumplimiento

En Jueces 11:29-40 vemos una historia bastante particular, donde Jefté estando “poseído por el espíritu del Señor”, juró en voto a Dios prometiendo que si entregaba a los amonitas en su mano, ofrecería en “holocausto” a la primera persona que saliera por la puerta de su casa a recibirlo, luego de regresar victorioso de la batalla.
Al regresar Jefté de la batalla, y habiendo vencido a los Amonitas, la primer persona en salir a recibirlo fue su propia y única hija.
De esta historia surgen varios interrogantes y planteamientos interesantes que iremos desarrollando a lo largo de este blogg.
Estando “poseído por el espíritu del Señor” hizo Jefté su famoso voto (neder) a Dios, diciendo: “si pones a los hijos de Amón en mis manos, el que a mi vuelta saliere de las puertas de mi casa a mi encuentro al regresar en paz (besalom) de los hijos de Amon será de Dios y lo ofreceré en holocausto (ha alitihu olah)”. Al regresar jefté a Masfa, le salió al encuentro su única hija. Al verla Jefté rasgó sus vestiduras en señal de dolor y contrariedad (Josué 7,6) al entrar en razón que, en fuerza de su voto, tenía que inmolar a su única hija. Esta consternación de Jefté se explica por el hecho de que al hacer su voto no pensaba en que tendría que sacrificar a su propia hija. Quiso sacrificar una víctima humana penando que con ello agradaba a Dios; sin darse cuenta de lo que implicaba dicho holocausto. Aunque el texto no lo especifique claramente, el pensamiento de Jefté era sacrificar solo la primera persona que saliera de su casa. Nunca se imaginó que esta persona sería su propia hija. Conforme al voto, la hija de Jefté fue inmolada en holocausto. La impresión que causó este sacrificio, prueba que el pueblo de Israel no estaba acostumbrado a semejantes sacrificios. En toda la antigüedad se consideraba como una desgracia y deshonor el que una mujer no dejara descendencia (Gen 16:1-5; 30:23; 1 Sam 1:10; Is 47:8; 49:21; Lc 1:25).